miércoles, 5 de enero de 2011

Hacer El Trabajo



Él no tiene un nombre pronunciable en español, pero para hacer más fácil el relato de esta historia lo llamaremos Bob. Es eso o Quotizatical. Lo cual da exactamente igual, ya que Bob suena tanto como su nombre como Quotizatical. Nuestro héroe, Bob, es un alienígena de aspecto indescriptible para nuestras sensibilidades humanas.


Bob ya había participado en la conquista/subyugación de varios planetas y pueblos antes de la aventura que ahora exige el máximo de su concentración. Mientras viaja a miles de kilómetros por segundo Bob pelea con seres gigantescos y monstruosos hechos enteramente de un material cristalino, similar a un diamante. Bob intenta hacerlos explotar. No funciona. Más de ellos se le acercan y lo amenazan con sus gigantescos cuerpos. Triturar a Bob bajo su peso parece ser la única opción que tienen. Si uno viera esta pelea de lejos pensaría “pobre Bob, él sólo contra el mundo...”, pero tienen que recordar que Bob es el que viene a quitarles su hogar a estas criaturas. Las cuevas de lava en este asteroide perdido contienen un material precioso para la multiplanetaria que contrata a Bob. El único obstáculo son estos molestos moradores de asteroide, fácilmente despachables.


Nuestro héroe cae bajo el devastador puñete de una de las criaturas – pronto todas caen sobre él dejándolo inmovilizado. Escapar, escapar, escapa..., Bob ve una pequeña salida. Qué maravillosas criaturas..., Bob hace explotar a tres de ellas y logra librarse del peso que lo oprime. Una se le acerca por detrás, Bob reacciona rápido y se inclina para dejar que la criatura pase por sobre su espalda. Normalmente el peso lo aplastaría, pero ahora Bob está preparado. Su cuerpo se derrite como agua y envuelve a la criatura - explota. Vienen más. Con esa especie de polvo gris como sangre cubriendo su torso Bob grita.

En los segundos que toma a Bob atravesar los valles de fuego que lo separan de su salida él piensa. En su mente ve el rostro de la chica que será su próximo trabajo. La chica pelirroja con la plancha de ropa en el planeta azul. Qué maravillosa criatura. Alguna vez Bob consideró coleccionar por lo menos un especímen de las criaturas que lo enviaban a despachar, lastimosamente el costo de mantenimiento era demasiado alto. Luego de que se le murió él último fénix de agua Bob desistió por completo de la idea.


Explotan tres criaturas más. Una escapa desesperada con dos seres rocosos mucho más pequeños que ella. Probablemente son crías. No tardaran en crecer y ser un dolor de cabeza. Tan pequeños, tan confundidos. Un ligero zumbido y dejan de existir. De repente una mano sale de la lava y toma a Bob – lo arrastra. Pronto él estallará en llamas. La salida, siempre, tan cerca. Como un insulto.


Bob recuerda alguna vez haber leído algo de ese planeta azul. Una curiosa trivialidad. Un libro pequeñito acerca de una risible invención llamada “bien y mal”. Si ahora se dejara llevar por la mano hacia las llamas alguien más tomaría su lugar. Alguien más se encargaría de ese saco de piel pelirrojo. Bob tendría que escapar entonces, escapar y seguir haciendo el bien. Si no cuidaba los intereses de la compañía, la compañía no crecía - si no crecía, miles de trabajadores se quedaban sin sustento. En su mente se autotituló “Bob – Salvador de Empleos”.


La mano de lava yace congelada e inmóvil muy lejos de la nave de Bob. Nuestro héroe está encendiendo la máquina y está dirigiendo su curso. Por un breve momento no quiere ir. Por un breve momento quiere dejarlo todo. Por un breve momento se cuestiona eso de bien y mal. Por un momento le duele el sistema digestivo y Bob se convence de que debe haber comido algo que le asentó mal. ¿Y si él no era el “bueno”? ¡A quién le importa! Conceptos imbéciles de criaturas sub-desarolladas. Se merecen lo que reciben. Se lo merecen. Pero a pesar de todos los carteles que pone en su mente de “Bob – Salvador”, él sabe que, como siempre, no dejará de vomitar hasta que llegue a la tierra. Y luego hará su trabajo.

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