martes, 18 de enero de 2011

¡Hasta Entonces Cu-i-de-se!


Una mujer entra a un café. Afuera llueve. Su nombre es Ana, pero sus conocidos le dicen Anita. Ella odia que le digan Anita. Pide una soda. Deja la soda en su mesa y se para. Guarda su paraguas. Se saca la chaqueta mojada. Comienza a cantar lentamente.

Ana:
Yo sé que estoy en
una historia mal escrita,
no se como escapar
¿por qué me obliga a cantar?

Un tipo muy guapo llamado Eduardo camina detras de Ana. Cuando esta comienza a cantar, él se le acerca.

Eduardo:
No sé porque esto es un musical,
tú sabes,
que esto acabará mal.

Indignado, un hombre gordo y calvo se para de su asiento. Se llama Abel. Su rostro se pone rojo al exclamar.

Abel:
¡Por lo menos ponga esfuerzo a la rima!
Este autor, pues mira,
a todos tima.

Eduardo:
Esta historia es una verguenza
todos morirán de influenza.
O algo similar,
¡porqué este auto-proclamado escritor
no tiene idea a donde esta historia llevar!

Abel:
Tima, no atina, todos morirán en una tina.

Eduardo:
¡E imagina tremendo Deus-ex-Maquina!

Anita:
Y sé cree muy notorio,
por añadir en su repertorio,
una historia auto-referente,
como la que tiene aquí presente.

Abel:
A mi me indignaría presentar,
frente a un público
o en un bar
una historia tan...tan...

Eduardo se acerca a Abel con los brazos abiertos.

Eduardo:
¿Pues ven? El autor no puede terminar,
ni siquiera una simple rima.
A Abel lo han dejado en media palabra,
y esta parte no combina.

Abel:
¿Cómo sabes mi nombre?

Eduardo:
¡Soy tú, y tu eres yo, hombre!

Abel:
¡Lo había olvidado, macho!

Ana:
¡Pero yo no soy tipo, caracho!
¿Qué hago aquí?
¡Ya pregunté!
A mi ni me gusta el café...

Se refleja la luz azul de una pantalla de laptop sobre los lentes de un joven mal vestido. Se llama Miguel.

Miguel:
Nuestro autor no sabe de mujeres,
de sus problemas ni menesteres
las escribe igual que a los hombres.

Abel:
¿no te habíamos ya dicho?
Harto talento le falta a este bicho.

Ana pone su pierna sobre un sillón y alza su vestido. Todos exclaman asqueados cuando ven lo peluda que es.

Ana:
¿Ven? ¿Ven?
Lo que tengo que soportar,
a manos de este que no sabe aportar
nada bueno al arte de cantar:
¡pa-tán!

Una mesera vestida de verde asienta una tasa de café sobre una mesa. Se llama Amanda. Mirando a la tasa de café canta muy triste.

Amanda:
¡Yo podría haber estudiado
yo podría haber amado
yo podría tener toda una vida
y en cambio tengo sida!

Todos:
¡¿Por qué?!

Amanda:
Porque al autor no se le ocurre nada mejor
que pueda hacer el favor
de rimar con vida.

Todos:
Pida,
Ida,
Ácida,
Flácida,
Casi da,

Amanda:
Casi da son dos palabras.

Todos:
¿Prefieres tener sida?

Amanda:
¡Y en cambio casi da!

Todos:
¿Qué cosa?

Amanda:
¡SIDA!

Ana:
¡Muy bien amiga!

Abel:¿Entonces no tienes sida?

Amanda:
No, casi me da.

Eduardo:
¿Entonces estás abierta al sexo?

Amanda:¿Después de esa traumática experiencia?
No, prefiero no hablar de eso.

Abel:
¿Olvidas cómo este imbécil escribe a las mujeres?

Amanda:
¡Ey! Dejale al pobre a sus haberes,
me acaba de salvar de SIDA
algo así no se olvida

Ana:
¿pero como puedes olvidar,
que él
es quien esa enfermedad te iba a dar?

Eduardo:
¡Ah, con que con el escritor si te vas a acostar!

Ana:
No idiota,
todo esto es su imaginación.

Eduardo:
Bien pobre en forma de canción.

Amanda se enoja y se acerca a Eduardo apuntandole con el dedo.

Amanda:
Más amor al gran creador
puedes no ser tú admirador
pero yo sí soy herrera
gracias a él
¡no soy más camarera!

Amanda, de forma mágica y misteriosa, se ve vistiendo ropa de herrera.

Miguel:
De lo que te sirve hoy
un trabajo tan inútil como ese
no será que pese
a ser tú quién lo bese
él no te tenga reservado,
¿un lugar para tí a mi lado?

Un hombre con un sombrero del siglo deicinueve y un monóculo acienta su té sobre un platillo en la mesa. Es Sir. Alfred Mandrake.

Sir Alfred:
No mi querido Miguel,
ella nunca besaría a alguien como él
por la simple y obvia razón
que él existe en otro tazón.
Al igual que mi té
este hombre, por lo que se ve
es un tal escritor de blog
parecido a un amigo mío
Og
y él no nos puede tocar,
pero sí nuestro cuerpo comandar
yo no me voy a responsabilizar
por las tonterías que me pueda asignar.
Yo soy viejo y me he resignado
pues sé que algo este hombre ha tramado
pero conmigo no puede haber ningún problema
cierta dignidad me es reservada
como un emblema.

Sir Alfred Mandrake se pone a bailar “el pollo loco” de manera incontrolable. Golpea sus puños al cielo y grita algo que no acabamos de escuchar. Bueno, ya, tampoco lo vamos a ignorar.

Sir Alfred:
Seís personajes en busca de un autor,
de Luigi Pirandello
esa obra era auto-referencial,
e guarda: che bello!

Todas las personas del café miran a Alfred algo preocupadas.

Alfred:
Esto ya se ha hecho tanto
que en realidad ya no aguanto,
tamaño y vehemente abuso
en cualquier momento cae sobre mi un buzo.
¡pero no me quedaré callado!
¡me escucharan los que están a mi lado!
Spider Man, los Cuatro Fantásticos,
todos han conocido a su creador
hasta el pato Lucas,
fue más innovador
y te diré una cosa más

¡ZAS!

Cae sobre Sir Alfred Mandrake un buzo. Se llama Esteban.


Esteban:
Disculpen, disculpen,
no quise interrumpir.
¿este viejo ya se fue a dormir?

Ana:
Lo mataste hombre,
¿qué no ves?
su cuerpo está todo al revés.

Abel:
No lo mató él,
todos saben quien fue aquél
qué asesinó a Abel
¡Lucibel! ¡Lucibel! ¡Lucibel!

Ana:
¡Pero él no se llamaba Abel!
Eres tú - ¡él!

Abel, sorprendido, toma un paso atrás. Se cubre la boca con las manos y se mira a un espejo. Se tropieza.

Amanda:
¡Cuidado con el mantel!

Miguel:
¡Mi procesador Intel!

Esteban:
Vaya lugar para dejar un cartel...

Abel, luego de haber tropezado con el cartel de Eduardo, cae sobre la mesa de Miguel e intenta sujetarse. Al caer lleva consigo el mantel de la mesa y cae el computador con procesador Intel de Miguel. Inexplicablemente muere. El computador está bien. Miguel retoma su computador.

Miguel:
¿Ven? ¿Ven?
Por desafiarlo ha recaído su desdén
todos morirán como se predijo
desde el comienzo de la canción
se les maldijo
y su historia nadie la conocerá
es muy fácil tomar y borrarla.
¿Ven? ¿Ven?

Eduardo toma su cartel y lo pone en un lugar más apartado. Sin pensarlo lo lee y parece recordar algo.

Eduardo:
¡Espera, Miguel!
¡Olvidas un detalle qué,
podría salvarnos todos del olvido...

Amanda:
¡Vaya, qué descuido!

Miguel:
A ver, señor Sabelotodo
¿qué nos salvará del lodo?
¿crees tener la solución?
¡te digo hombre hay una sola opción!

Miguel toma un revolver y se lo lleva a la cien.

Todos:
¡No!

Eduardo se acerca a Miguel y baja la pistola.

Eduardo:
¿No recuerdan lo que dijo el viejo?
Este escritor,
aunque esté muy lejos
escribe un blog
bien particularejo

Ana:
¡Sí! ¡Sí!
Alguien lo debe leer
aunque solo sea por deber
un amigo, o unos parientes
a quienes trajo aquí a regañadientes

Miguel:
No te hagas ilusiones,
nadie lee,
nadie comenta,
¡el muy pendejo solo se lamenta!

Amanda:
Hay que admitir que podría escribir algo,
algo...

Ana:
¿de más calidad?

Amanda:
Iba a decir
con mayor amabilidad
algo que más atraiga
a las masas,
que no salgan
después de las primeras líneas
¡qué lean! ¡qué comenten!
¡hace bien hasta a las niñas!

Amanda:
Es verdad, leyendo, leyendo
todos seguiremos aprendiendo
ya no tendremos que combatir
¡entre líneas volveremos a vivir!

Alfred y Abel se paran del piso. Entra un caballo al café. Amanda, como buen herrera, le pone zapatos. Todos, incluído el caballo, se toman de los hombros y bailan pateando una pierna hacía adelante a la vez. Como las Rockets.

Todos:
Así que te invitamos,
familiar,
amigo
o
Nostradamus
A leer el blog Absurdo
el más particular de este mundo
y encima te desafiamos
a una pelea con unos ancianos
y para demostar que nosotros damos
caridad a los marcianos
vamos a terminar esto
muy, pero muy presto
solo dejanos acabar
en un momento silenciar
la canción auto-promocional
de ese Árbol excepcional
contra el cual
te puedes siempre quejar,
e incluso aplastar
pero si por un lado desaparece
por otro crece y crece
así que nos vamos a ir
ya que no podemos mentir
el caballo se está cansando
y la rima se está acabando
volveremos a las siete
hasta entonces:
¡cu-i-de-se!

El Autor:
Les juro que esto tenía algún tipo de rítmo en mi cabeza.

Todos:
Chan-chan!

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