El ganado, por supuesto, es el gato de su mamá. Ahora, ¿cómo hacer que el gato lo siga? Hasta ahora ha probado todo. Ha llamado al gato, le ha ofrecido comida, e incluso lo ha lamido. No ha habido caso, los gatos se creen la realeza del mundo animal y no se van a dejar tratar como ganado. Con un rápido golpe de ingenio a Joaquín se le ocurre agarrar al gato mientras está sobre Hernando y arrastrarlo así hasta su corral. Para ejecutar su genial plan, no obstante, primero debe encontrar a Hernando. ¿O no será más fácil subirse sobre Hernando una vez que ya tenga al gato entre manos?
Sigiloso, Joaquín busca al porfiado gato. A lo lejos lo ve tomando leche. ¿Donde está Hernando? No importa, esta es la oportunidad. A la máxima velocidad que le dejan ir sus rechonchitas piernas, Joaquín se acerca y se lanza sobre él. El gato, justo en ese momento, está concentrado al máximo en su leche – craso error. El niño encima de él ahora lo agarra por la cola y lo arrastra en busca de Hernando. El gato, siendo gato, se le escapa. Ahora la carrera se pone buena. Hernando, escondido detrás de las piernas de la nana, el gato que entra corriendo a la cocina, Joaquín que se tropieza en la entrada. Se para en un instante para continuar la persecución pero nota que su nana lo está mirando. Joaquín mira a Hernando, el perro intenta pasar desapercibido. El gato, en una inusual muestra de amistad con su par canino, se esconde entre las piernas de la nana. ¿Y Joaquín? Se hecha a llorar como condenado.
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